En nuestro último viaje a Barcelona hemos encontrado un restaurante que fusiona la esencia del mar, la montaña y la huerta en un ambiente muy acogedor. Influenciado por el viento de tramontana, este sitio ofrece una experiencia gastronómica que rinde homenaje a la tradición milenaria de la cocina mediterránea y se llama Restaurante Cadaqués.

Grupo SAGARDI, al que pertenece Cadaqués, ha sabido capturar esta esencia, desarrollando un nuevo concepto gastronómico centrado en arroces, cocinados con la garra y el aroma de maderas seleccionadas, y en pescados o mariscos frescos provenientes directamente de la lonja. El restaurante cuenta con dos locales, en Barcelona y Madrid, y es un testimonio de la tradición pesquera que ha dejado su huella en la región mediterránea.

 Una cocina como la de antes

En Cadaqués dicen que son una cocina de pueblo, como la de antes. Y no sé qué tal sería la comida en vuestro pueblo, pero si os puedo decir que en el mío no cocinaban tan bien. Lo más inesperado fue encontrar allí, en el templo del pescado y el arroz, las mejores croquetas que he probado en mi vida y lo digo sin ni una pizca de exageración. Superan incluso a las de mi suegra, que hasta ahora eran mis croquetas de referencia (no se lo digáis).

Me encantaría describiros con palabras lo que se siente al probarlas, al dar ese primer mordisco, pero no estoy segura de ser capaz. Por fuera crujientes, pero compactas, y por dentro como una nube que se deshacía en el paladar. Obviamente, no nos dijeron como las hacen, pero le añaden algo… un ingrediente secreto que no fui capaz de adivinar. Ahora me da vergüenza admitir que al principio ni se me había pasado por la cabeza pedir croquetas, pero nuestro camarero fue tan amable de traerlas igualmente y le estaré agradecida hasta mi último respiro.

 En el menú encontraréis también ostras, almejas, navajas, mejillones, gambas, cigalas, bogavantes más alguna sorpresa que los amigos de la lonja les hayan traído ese día. Nosotros para empezar pedimos ¨coca de recapte¨ con sardinas anchoadas y esqueixada ¨empedrada¨. Ambos platos nos encantaron, pero en mi mente aún recuerdo las riquísimas alubias que servían como base de la esqueixada.

Los arroces y el postre

Luego llegó la decisión más difícil, elegir el arroz. Sin duda es la especialidad de la casa. Cocinan solo arroces de las variedades bomba y marisma, cultivados en la Isla de Buda del Delta del Ebro. Nos decidimos por el arroz ¨brut¨ de sepia, rape y almejas, pero entre las posibilidades tenéis también arroz de bacalao con verduras, en cazuela de bogavante, de pato con salsifíes, uno de conejo con caracoles y también, por supuesto, hay opción vegetariana.

Cada cual elige lo que le manda el corazón, pero nuestro arroz brut fue un placer para (casi) todos los sentidos. Por desgracia no nos dejó sitio en el estómago para el postre, porque también pedimos para acompañar su pan artesanal de masa madre con 48 horas de fermentación.

Pero si vosotros tenéis más apetito, u otro estomago para los postres, me gustaría desearos suerte de nuevo en la elección: ¿crema catalana de toda la vida o chucho de crema con chocolate caliente?, ¿tarta de queso con salsa de frutos rojos o chocolate, el ¨terroir¨ de Cadaqués? Si llegáis a probar alguno, por favor, espero vuestras impresiones.

La decoración del Restaurante Cadaqués

Os decía antes que el arroz fue un placer para casi todos los sentidos y es que hablando del Restaurante Cadaqués hay que mencionar el diseño de su interior. Una decoración que te hace sentir como en casa, pero al mismo tiempo es la casa junto al mar con la que soñaste toda la vida.

Me quedé enamorada de su cerámica, a tal punto que no me voy a ofender si, por Navidad, mis amigos de Cadaqués me pueden mandar alguno de regalo (ahí dejó la sugerencia). Tampoco voy a ponerme pesada con la receta de las croquetas porque quiero volver a comer a Cadaqués cada vez que esté en Barcelona y vosotros, queridos lectores, ¡deberías hacer lo mismo!