"Sansebastianes hay muchos, pero Jarramplas solo hay uno, el nuestro", el de Piornal, que vive entre el 19 y 20 de enero una de las fiestas más singulares de nuestro calendario en el que la figura religiosa de San Sebastián se complementa con la pagana de Jarramplas.

Nos vamos a lo más alto de las montañas que flanquean el Valle del Jerte para conocer más a fondo a Jarramplas y la misteriosa historia que lo rodea. Porque ni los propios lugareños aciertan a detallar sus orígenes...

Jarramplas, una fiesta de altura al norte de Cáceres

Fiesta de Jarramplas de Piornal - Depositphotos

La localidad de Piornal se ubica a casi 1200 metros de altura, en la ladera norte de la Sierra de Tormantos, una prolongación de Gredos que separa el Valle del Jerte de la comarca de la Vera: es el municipio de mayor altitud de toda Extremadura.

Su ubicación también define a sus primeros pobladores, pastores del Altiplano de Tormantos que pudieron proceder tanto de Ávila como de León, allá por el siglo XIII.

Tanto el aislamiento geográfico como la labor principal de los habitantes del pueblo han podido estar detrás del nacimiento de la figura de Jarramplas y su consolidación como fiesta popular hasta nuestros días.

¿Un ladrón de ganado... o el mismo diablo?

Jarramplas - Depositphotos

Ni en el celebrado Museo de Jarramplas fundado en 2016 aciertan a explicar cuál es el origen de esta figura que se ha convertido en emblema piornalego, también físicamente, ya que un año antes se inauguraba una estatua del Jarramplas de tamaño natural (y 3.000 kilos de peso) ubicada en la Plaza de la Constitución.

La historia que más se repite para explicar el nacimiento de Jarramplas es la de un reincidente ladrón de ganado que finalmente fue escarmentado por los vecinos.

Pero también hay quien lo relaciona con antiguos mitos grecolatinos como el de Caco, el cual robó un rebaño de bueyes a Hércules (que a su vez se los había quitado a Gerión): el ladrón de Piornal sería todo un "caco".

Incluso hay quien ve en Jarramplas al mismísimo diablo que sería castigado por los vecinos para alejar sus influencias y tentaciones del pueblo.

Sea como fuere, la contemporánea fiesta de Jarramplas es un ritual marcado por la "dualidad" que encarnan la figura de San Sebastián y el propio Jarramplas: "una unidad indivisible, las dos caras de la misma moneda (...) una fiesta donde lo religioso y lo profano van de la mano".

Jarramplas hasta 2048

Máscaras de Jarramplas en el museo - Depositphotos

La trascendencia de la figura de Jarramplas para Piornal es tal que existe una larga lista de espera para encarnar esta figura. Las dos personas que se enfundaron el traje el año pasado estuvieron esperando 15 años...

Pero la lista de espera actual tiene a personas apuntadas hasta 2048. Y es que los padres apuntan a sus hijos desde bien pequeños: porque "para un piornalego ser jarramplas es lo más grande". A pesar de ser una figura negativa ataviada como un demonio, cuando se quita la máscara, la persona pasa a ser un héroe llevado en volandas por los piornalegos.

Una máscara, por cierto, que es una verdadera obra de arte que ha ido evolucionando con el paso del tiempo, como el resto del traje, como podemos ver en el museo.

Se trata de un traje policromado de cintas y trozos de ropa usada que incluye protecciones de fibra de vidrio o carbono en brazos, piernas, pecho y espalda. ¿Y para qué tanta protección? Para resistir estoicamente la lluvia de 33 toneladas de nabos...

Jarramplas y la lluvia de nabos

Fiesta de Jarramplas de Piornal - Depositphotos

La parte más llamativa de la fiesta es el lanzamiento de nabos que, se supone, simbolizan el escarmiento que sufrió aquel ladrón de ganado en el pasado.

Tal vez le tiraron hortalizas, tal vez piedras, pero actualmente el nabo ha quedado como arma reglamentaria de las fiestas, hasta el punto de que los mayordomos (los organizadores de la fiesta que también cambian cada año) deben ingeniárselas para importar una inmensa cantidad de nabos de localidades vecinas... o hasta de Portugal si hace falta.

Pero, aunque el lanzamiento de nabos a Jarramplas es el momento álgido de la fiesta, no es el único, ni mucho menos, como narra Sebastián Díaz Iglesias en este artículo que ha sido la base de un libro que narra la historia de Jarramplas.

Para los mayordomos y los jarramplas (porque suelen ser dos personas que se alternan) los preparativos comienzan varias semanas antes, con la confección de los trajes a medida y la organización de la logística que se precisará para la fiesta que arranca oficialmente el 19 de enero, víspera de San Sebastián, con la petición de ofrendas al Santo, a primera hora de la mañana.

Vestido del Jarramplas en el museo - Depositphotos

Acto seguido llega la primera salida del Jarramplas con la primera lluvia de nabos, una "toma de contacto" del protagonista de la fiesta con la furia de sus paisanos. Pero, cuidado, que el Jarramplas lleva dos gruesas cachiporras que usa para tocar el tambor, pero que también puede usar para defenderse...

Por la tarde, Jarramplas cede el protagonismo a San Sebastián cuya figura es bajada de la hornacina, colocada en las andas que la soportan durante dos días, y engalanado: es el rito de Bajar y Vestir al Santo que es amenizado por las Alborás, la música y canto que caracterizan esta fiesta

Fiesta de Jarramplas en Piornal

Tras el Regocijo, un aviso musical a la comunidad para recordar a todo el mundo que al día siguiente es fiesta, a las 12 de la noche llega la procesión de Alborás a la que le sigue el tradicional reparto de migas, uno de los momentos más emblemáticos de la fiesta.

Y el día 20, día de San Sebastián, continúa la fiesta con más cantos, más rondas por el pueblo, más lluvia de nabos hasta que, tras la última salida del Jarramplas, este entrega su ropa al mayordomo de la edición siguiente que la recibe como un tesoro: porque, ya sabes, no hay nada más grande en Piornal que Jarramplas...