La Serra da Estrela, a poco más de 100 km del límite fronterizo entre España y Portugal, esconde uno de los paisajes más fascinantes de Europa occidental. El punto más alto de Portugal, a 2.000 metros de altitud, vive casi medio año en una primavera continua sólo interrumpida por la llegada de las primeras nieves. 

Viniendo desde el paso fronterizo de Fuentes de Oñoro, provincia de Salamanca, el primer lugar digno de parada en la sierra es Linhares da Beira, una aldea colocada en una ladera desde la que algunos valientes se atreven a tirarse en parapente. En Linhares se pueden observar todos los elementos que dan forma a los pueblos portugueses: un ‘pelourinho’, un poste en medio de la plaza desde donde se administraba justicia; fuentes de aguas fresca; alguna que otra ventana de estilo manuelino; una iglesia encalada y un castillo construido por los reyes portugueses para soportar los ataques de los vecinos reinos de Castilla y de León.  

Al salir de este municipio se entra de lleno en el territorio del Parque Natural da Serra da Estrela, 100.000 hectáreas pintadas de bloques de granito redondeado, lagunas de erosión y flores multicolores. Media hora después, curva y contracurva, una tras otras, se alcanzan las Penhas Douradas.

En el siglo XIX, algunos célebres portugueses eligieron este lugar para levantar uno de los primeros sanatorios de montaña para luchar contra la tuberculosis, enfermedad que requería de aire fresco y puro para sanar los pulmones afectados. A la par que el sanatorio fueron apareciendo en el paisaje casitas hechas de granito, madera de colores brillantes y tejados de zinc, una estética que recuerda al típico chalet suizo al que se ha añadido un toque lusitano que las hace únicas.

Frente a estas casas que fueron de gente pudiente, llaman la atención las de los enfermos pobres, sencillas estructuras de piedra que se adaptan a las formas del terreno y usan como paredes las losas de granito redondeado. La “Casa da Fraga”, donde vivió convaleciente durante años el político portugués Alfredo César Henriques, es una de las más visitadas.

Explorando el Valle

En el Vale do Rossim hay un lago artificial sobre el que destaca la silueta de las dos peñas doradas que dan nombre a la zona, ya que a última hora del día los rayos de sol las bañan de oro. Nadar en el lago no sólo está permitido, sino que es una de las experiencias más memorables, ya que el agua está a una temperatura soportable, incluso en primavera y otoño. 

En este entorno de naturaleza intacta sobresale la modernidad de Casa das Penhas Douradas, un pequeño hotel de diseño en el que el arquitecto Pedro Brigida juega con los materiales de la naturaleza que rodea el edificio: madera de abedul, corcho y lana de oveja. 

El personal del hotel se encarga de todo lo que el huésped necesite, especialmente cuidadoso en el restaurante, donde se sirve cocina de autor saludable en la que se distinguen sabores únicos con el toque regional que le dan los ingredientes locales. 

Las opciones de senderismo propuestas desde el hotel se pueden complementar con una experiencia “bon vivant” encargando un picnic campestre, una manera divertida y cómoda de almorzar a la sombra de un pinar en medio del campo. 

Un día perfecto en este hotel termina haciendo una visita al Spa, a la piscina cubierta que se integra en el paisaje o disfrutando de un tratamiento relajante con aceites esenciales extraídos de plantas locales como el abedul o el brezo.

El Valle Glaciar

Manteigas

El descenso por la N232, desde Penhas Douradas a Manteigas, suma 11 km de curvas cerradas con las que se salva un desnivel de 600 metros en apenas 17 minutos.  

En Manteigas se puede parar a visitar Burel Factory, telar de tejidos hechos con lana de las ovejas del valle, una técnica tradicional que ha estado a punto de desaparecer de no ser por el empeño de los  propietarios de la Casa das Penhas Douradas, que adquirieron la última fábrica de burel que permanecía abierta. Burel Factory es un lugar vivo donde las máquinas crean ropa de cama o de calle siguiendo los diseños de nuevos diseñadores portugueses. 

En Manteigas empieza el Valle Glaciar del río Zêzere, que recorremos siguiendo la N338, una de las carreteras más espectaculares de Portugal. Este del río Zêzere es el mayor de todos los valles de origen glaciar que existen en Europa.

La perfecta forma en U y los enormes pedruscos que llenan su base ayudan a imaginar la fuerza del hielo que creó a lo largo de milenios este increíble entorno. Las mejores vistas de todo el valle están al final, cuando empezamos a ascender y la carretera nos brinda varios miradores panorámicos. 

Siguiendo el desvío que indica la dirección a Torre, se llega a los 2.000 metros de altitud, en lo que es el punto más alto y única estación de esquí del país vecino. 

Historias de la frontera

Antes de terminar el periplo por el centro de Portugal, hay que visitar algunas aldeas defensivas que recuerdan que estamos en el escenario de conflictos fronterizos en el pasado.  

Bajando desde la sierra hacia Covilha se llega a Belmonte, un pueblo con castillo del siglo XII y una judería habitada aún por una comunidad de sefardíes descendientes de los expulsados de España por los Reyes Católicos. Belmonte es también la cuna del explorador Pedro Alvares Cabral, descubridor de Brasil. Es precisamente en la casa natal de Alvares Cabral donde se puede visitar un interesante museo dedicado a las aventuras coloniales de Portugal. 

A 40 km en dirección sur queda Castelo Novo, un pueblo medieval construido en un altozano que conserva al detalle su encanto histórico. Sus calles empedradas están llenas de palacios e iglesias medievales, fuentes barrocas y un castillo desde el que se controlan los cuatro puntos cardinales. 

Monsanto

Prepara el GPS para no perderte, porque a partir de aquí nos metemos en el laberinto de carreteras comarcales camino de Monsanto, un pueblo pegado a España que ostenta el honor de ser "la aldea más portuguesa de Portugal", competición promovida por la dictadura de Salazar en 1938 en la que se premió al pueblo que mejor se mantuviera ajeno a las influencias extranjeras. Desde entonces, Monsanto luce con orgullo su premio, un gallo de metal, en lo alto de la torre de su iglesia. 

Los bloques de granito de la montaña y los usados para levantar las casas se confunden en Monsanto, que sigue siendo un lugar tan hermoso como el que ganó el dichoso premio hace más de 80 años. 

Termas de Monfortinho

De regreso a España, en la misma línea fronteriza encontramos a orillas del río Erges las Termas de Monfortinho, un hotel-balneario creado a principios del siglo XX en el que se siguen aprovechando las bondades de las aguas termales de la zona, documentadas desde tiempos del Imperio Romano. 

Las aguas, que proceden de la Serra Penha Garcia, son beneficiosas para problemas dermatológicos, de los sistemas digestivo, circulatorio, respiratorio y psicosomático. Los tratamientos van desde un baño en las piscinas de agua termal a 29º a tratamientos complejos bajo prescripción médica. El hotel cuenta con un relajante jardín donde se puede disfrutar de una piscina con final visual en el paisaje del campo cacereño, al otro lado de la muga hispano-portuguesa.

Rutas de Senderismo 

Estación de Torre

Toda la Serra da Estrela está perfectamente señalizada para que nadie se pierda recorriendo cualquiera de los muchos senderos existentes en el parque. 

  • Siguiendo las indicaciones es fácil llegar hasta el ‘preto’ o el ‘chimpancé’, bloques de granito célebres porque sus formas, esculpidas por la acción del viento y el agua, recuerdan a la cabeza de un hombre negro; y a la de primate. Al lado del chimpancé está el mirador de llamado “Fragao do Corvo”, desde el que se ve todo el valle de Manteigas, principal núcleo de población de la comarca y punto de inicio del Valle Glaciar del río Zêzere. 
  • Desde el Hotel Penhas Douradas salen varios itinerarios de fácil ejecución que se pueden hacer solo en compañía de un guía local provisto por el hotel. En el precio de la habitación está incluido el uso de canoas para navegar por el lago del Valle de Rossim. 
  • Entre la estación de Torre y el mirador de Piornos transcurre el sendero de 15 km (5 horas) que recorre el paraje conocido como Nave de Santo Antonio, una meseta con formas sedimentarias cubierta de hierbas que permaneció cubierta de hielo glacial durante miles de años 
  • Muy popular (también de unos 6 km) es la ruta que va de la Lagoa Comprida a Covão dos Cochos, un sorprendente y misterioso agujero en el lago construido artificialmente creado para controlar así el nivel del agua. 
  • Si hay que elegir un sendero largo, el mejor es la ruta circular entre el Valle de Rossim a la Nave da Mestra. Son 14 km circulares, pero incluye algunas de las formaciones rocosas más espectaculares.