"Entonces... ¿qué haces? ¿mirar piedras?". El geólogo es uno de esos profesionales que tiene que lidiar el resto de su vida con preguntas de esta clase. Es como si le preguntaran a un médico, "entonces, ¿qué haces? ¿recetar ibuprofeno?" Por supuesto, el médico hace algo más que esto (aunque no siempre) y el geólogo, efectivamente, estudia piedras... y algo más.
Pero, así como nos gustaría haber estudiado medicina cuando nos duele el coxis y no sabemos muy bien por qué, también lamentamos no haber estudiado geología cuando recorremos al Nacedero del Urederra, una de las rutas de senderismo más veneradas del norte de España. Porque este lugar es una combinación de fenómenos geológicos que dan como resultado un deslumbrante emblema natural de Navarra.
Piedra mágica y agua hermosa en el Urederra

El Urederra es un río de apenas 20 kilómetros que vierte sus aguas al Ega, cerca de Estella, el cual desemboca más adelante en el Ebro. Por lo tanto, es un afluente de un afluente sin gran relevancia hidrográfica. Pero no, la belleza, por supuesto, no es una cuestión de longitud.
Y a lo largo de los primeros kilómetros de descenso del Urederra tiene lugar un hermoso espectáculo protagonizado por la piedra y el agua. Sobre el Nacedero del Urederra se eleva el macizo calcáreo de la Sierra de Urbasa, una meseta montañosa que define el perfil del oeste de Navarra.
Es esta mole pétrea la responsable de filtrar el agua a través de sus grietas y canales interiores: se trata de un terreno intensamente karstificado con corredores, pequeños cañones, simas y diversas formaciones geológicas. Pese a haber visto unos cuantos karsts en los últimos tiempos, son relieves que siguen asombrando.
Y más aquí, porque por su interior discurren esas aguas que se vierten hacia el sur hasta configurar el Nacedero del Urederra que, estrictamente, se ubica bajo el Balcón de Pilatos (o mirador de Ubaba) una inmensa pared calcárea que es uno de los puntos más espectaculares del Parque Natural de Urbasa-Andía que se extiende al norte del Nacedero.

No es una coincidencia que este río lleve tal nombre que en euskera significa "agua hermosa". Y es que varios tramos del curso alto del río están definidos por las pozas de tonos azul turquesa que enamoran al senderista. Pero ¿por qué ese color único que no encontraremos en ningún otro río navarro?
Y aquí es donde echamos de menos la ayuda de un geólogo. Ya sabéis que el agua (en estado puro) no tiene color, sino que depende del tono del fondo, de los reflejos de la luz, de la cantidad de agua, así como de la acumulación de diversas sustancias en la misma, entre otras razones.
Al parecer, el turquesa del Urederra es fruto de una combinación de factores, como la poca profundidad, la poca cantidad de agua de algunas zonas, los reflejos lumínicos y la filtración del agua por las paredes calcáreas que son las responsables de ese tono turquesa que parece un filtro digital: pero no, el Urederra no necesita filtros para destacar, por eso son tantos los visitantes que acuden aquí durante todo el año: todos quieren saber si la leyenda de los tonos imposibles del Urederra es cierta.
La leyenda turquesa del Urederra

El Nacedero del Urederra es la culminación del Valle de Améscoa, un conjunto de "once lugares" que incluye varios municipios y localidades. Desde el oeste, en la frontera con Vitoria, el valle arranca en Larraona, para después pasar ante Aranaratxe y Eulate, siempre siguiendo en dirección oriental la NA-7130.
Las pequeñas explotaciones agrícolas que flanquean la carretera se combinan con los bosques que tapizan la Sierra de Urbasa al norte y la Sierra de Lokiz al sur. Y en todas direcciones encontramos hitos naturales y senderos como el que parte de la propia Aranaratxe y sube las laderas de la Sierra de Urbasa hacia un bosque de hayas.
Tras pasar San Martín y Zudaire se gira hacia el norte para llegar a Baquedano, la localidad que marca el inicio del sendero del Urederra. Pero tal ha sido en los últimos años la fascinación que ha despertado este entorno, que las autoridades se han visto obligadas a establecer diversas restricciones al visitante. Revísalas bien, porque de todos depende que esta joya de la naturaleza siga luciendo.

Sí, para hacer este sendero hay que reservar, pero es una tendencia cada vez más común en diversos enclaves de nuestra geografía, especialmente en las zonas más frecuentadas y sensibles a la (masiva) presencia humana. De hecho, desde 2019, está prohibido el acceso al tramo final del recorrido por la Reserva Natural del Nacedero por "degradación ambiental y riesgo para el visitante".
Pero, esta circunstancia no impide que los seis kilómetros del sendero que recorre buena parte del curso alto del Urederra sean una fantasía para los sentidos. Porque no solo la vista se derrite con los verdes eléctricos del bosque y los azules turquesa del agua, sino que el olfato y el oído se agitan ante el torrente de estímulos. Un completo y sanador baño de bosque.

Por supuesto, la belleza del lugar no termina en el Urederra, y el senderismo tampoco. Sobre la meseta de la Sierra de Urbasa, en la zona norte del Valle de Améscoa, la "fiesta" continúa con senderos como el de los Dólmenes de Urbasa o el de la Nevera de Larregoiko, rutas circulares más largas y exigentes que la del Urederra. Ambas parten de la zona del Balcón de Pilatos donde encontrarás un parking para dejar el coche, si llevas.
Y un poco más al norte, ya camino de otro parque natural, el de Aralar, la ermita de San Adrián, el centinela septentrional de Urbasa y Andía, el mejor mirador de esta maravilla geológica al oeste de Navarra.
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