El restaurante POTONG, cuyo nombre significa "simple", es una sorpresa que resulta difícil de imaginar en el corazón del Chinatown de Bangkok, la capital de Tailandia. Su nombre proviene del negocio familiar de la Chef Pam, dedicado a la medicina tradicional china desde 1910. El edificio, una magnífica estructura de estilo sino-Portugués, ha sido uno de los puntos de referencia de la ciudad desde su construcción.

Durante más de un siglo, cuatro generaciones de la familia de la Chef Pam han vivido y trabajado en este emblemático edificio de cinco pisos. Cada uno de ellos cuenta su propia historia: la farmacia original en la primera planta, el laboratorio de medicamentos en el segundo piso, un santuario y murales en el tercero, una sala de opio transformada en bar en el cuarto, y un observatorio estelar en el quinto.

Crear el restaurante POTONG fue una hazaña arquitectónica y de diseño, involucrando a más de 70 expertos durante su desarrollo de dos años. El equipo trabajó meticulosamente para preservar la autenticidad del edificio, y al mismo tiempo, innovar con un diseño contemporáneo que refleja el concepto de "yuxtaposición". Esto significa que en POTONG, los visitantes no solo degustan la comida, sino que también experimentan una fusión de épocas y tradiciones.

Desde el bar Sino en el primer piso con su techo de madera centenario y sus kombuchas tradicionales, pasando por el menú de degustación tailandés-chino en el segundo piso, hasta el Opium Bar y la exclusiva zona de Blackjade en el cuarto piso, cada espacio ofrece una experiencia única. El quinto piso, donde la familia solía reunirse, ahora sirve cócteles y bebidas, permitiendo a los visitantes disfrutar de una vista panorámica de Chinatown.

Una cuidada decoración

Al adentrarte en POTONG, no sólo te sumergirás en una experiencia culinaria de primer nivel, sino también en una galería histórica. Las paredes del lugar albergan una colección fascinante de pinturas, dibujos, cartas y fotografías, obra de K.Vichai Utharntharm, un residente del lugar a principios del siglo XX. Su legado artístico, descubierto tras su muerte, adorna este espacio en un homenaje a su creatividad y talento. Mientras te diriges a las escaleras, detente a leer o mirar algunas de sus cartas escritas que narran sus vivencias, anécdotas familiares y ofrecen un viaje en el tiempo a quienes las observan.

Cada objeto ha sido meticulosamente seleccionado, no solo para deleitar la vista, sino también para narrar una historia. Una fusión de estilos, desde lo clásico hasta lo contemporáneo, junto con piezas de arte y reliquias antiguas, convergen para dar vida a esa idea de aproximación al legado. Cada visitante es testigo de un diálogo entre lo tradicional y lo moderno, lo antiguo y lo nuevo, todo ello en perfecta armonía. Es, sin duda, una experiencia que redefine lo que significa viajar en el tiempo a través del arte y la gastronomía.

Una cocina de estrella Michelin

La Chef Pam, heredera de una tradición familiar tailandesa-china, ha querido recuperar recetas transmitidas de generación en generación, fusionando sabores tradicionales chinos con toques modernos y tailandeses. El menú de POTONG, titulado “5 Elementos, 5 Sentidos”, es un viaje culinario por 20 platos meticulosamente diseñados. Cada plato cuenta una historia que refleja la rica amalgama de las culturas hokkien y teochew, así como las vivencias personales y memorias afectivas de la chef.

Desde el nostálgico pollo negro al vapor, que evoca sus días de infancia, hasta versiones modernizadas y sofisticadas del dim sum y la barbacoa, el comensal es transportado por un sendero de sabores que celebra la diversidad y profundidad de la gastronomía tailandesa-china. Además, la devoción de Pam por la autenticidad se manifiesta en cada detalle: desde la preparación artesanal de ingredientes, como la salsa de soja y el té fermentado, hasta la elección de los mejores productos locales.

Una de las joyas culinarias que corona esta experiencia es el postre: un helado de salsa de soja negra. Esta delicia, que juega con lo dulce, salado e incluso picante, representa la audacia y creatividad de la Chef Pam, quien dedicó más de seis meses para fermentar la salsa que da vida a este postre inesperado.

Durante el recorrido por el menú, se nos irán entregando objetos y materiales para acompañar la historia de los platos. Desde un pequeño cómic a una emotiva postal en la que la chef ha escrito mensajes a su tatarabuelo, proporcionando un enlace directo entre la historia familiar, el legado culinario y el comensal.

Pocos restaurantes consiguen transmitir la emoción y una historia tan bonita como lo consigue POTONG. Un restaurante que ya se ha situado entre los cien mejores del mundo pero que, estamos convencidos, seguirá escalando en los rankings gracias al talento de su chef. Una visita obligada en la siempre animada Bangkok que tendremos, eso sí, que reservar con antelación.