“El Esla lleva el agua y el Duero la fama”, un dicho popular que describe a la perfección el carácter reservado y misterioso del río Esla, el segundo más largo de la península ibérica que no desemboca en el mar, tras el Genil. Son casi 300 kilómetros de longitud de un río que nace en la Cordillera Cantábrica, en la frontera entre Asturias y León, recorriendo la región leonesa, de norte a sur, pasando luego a Zamora hasta desembocar en el Duero más allá de la presa de Ricobayo.
El Esla no tiene un vino de denominación de origen, ni atraviesa grandes capitales, pero al igual que su hermano el Sil, que entrega sus aguas al Miño, es un río grande que bien merece un homenaje. Nos vamos a Riaño para iniciar este viaje por el curso del río Esla, atravesando tierras solemnes de historia silenciosa apenas rota por el rumor de sus aguas.
El nacimiento del Esla
El Esla es un río de secretos y paradojas. La primera, su relación con Asturias, pese a ser en origen un río leonés. Según diversos estudios, el Esla es el Astura romano, denominado así por historiadores como Floro en el siglo I d.C. Otra referencia a esta denominación aparece en San Isidoro de Sevilla, ya en el VII: “Pueblo de Hispania son también los astures, así llamados por habitar a orillas del río Astura, aislados por montañas y bosques abundantes”.
Así las cosas, el Esla daría nombre a los astures, pueblo que en la época romana extendía su presencia más allá de la Cordillera Cantábrica. Aunque el término podría tener un origen tanto céltico como euskérico, ‘Astura’ fue evolucionando en su denominación hasta derivar en ‘Esla’, haciendo olvidar a muchos su vinculación con los pueblos del norte.
Otro secreto. Su nacimiento. Aún hoy los expertos no se ponen de acuerdo en fijar un punto concreto para el nacimiento del Esla. Oficialmente, se considera la fuente del Naranco en Valdeburón, cerca de La Uña, como el origen del río. Pero la otra gran subcomarca de la montaña de Riaño también reclama la paternidad del Esla. Hablamos de Tierra de la Reina, el este de Riaño, en cuyo puerto de Pandretave nacería el Esla según el estudio de Antonio Valbuena El origen del río Esla. Sea un poco más allá o un poco más acá, el Esla se genera por la aportación de cientos de arroyos en los hayedos de Riaño.
El Esla en León
Y no puede ser otro que el embalse de Riaño nuestra primera parada en este viaje siguiendo el curso del Esla. Las obras comenzaron en los años 60 para cerrarse definitivamente en 1987 anegando hasta nueve pueblos de los valles de la zona. La lentitud en el proceso de construcción se debió, entre otras cosas, a numerosas protestas tanto de los vecinos de la zona como de organizaciones ecologistas. A pesar de todo, las compuertas de Riaño se cerraron el 31 de diciembre de 1987.
Dejamos los misterios y las polémicas y seguimos hacia el sur para pasar por Cistierna, uno de los pueblos que marca el curso alto del Esla. Una denominación que hace referencia inequívoca al río que lo cruza. Y un poco más al sur nos detenemos en San Miguel de Escalada, uno de los hitos de este territorio atravesado ya por el Camino de Santiago.
Consagrado en el año 913 sobre las ruinas de una iglesia visigoda y reaprovechando materiales de épocas tanto visigodas como romanas y árabes, el monasterio es un buen ejemplo de arquitectura mozárabe: destaca por los arcos de herradura de sus pórticos y de las tres naves interiores que configuran una planta de tipo basilical. También es reseñable el iconostasio que separa el santuario del templo de las naves, una estructura que ya era habitual en las iglesias prerrománicas.
A unos pocos kilómetros al sureste llegamos a Mansilla de las Mulas, ya en el curso medio del Esla. Para cruzar el río en esta localidad se construyó en el siglo XII un puente de ocho bóvedas de cañón que fue restaurado en el siglo XVI. Aunque algunos historiadores aventuran que en origen podría haber sido un puente romano, no hay datos concluyentes que lo certifiquen. En Mansilla de las Mulas tampoco debemos perdernos los restos de la muralla medieval, así como los Cubos, las seis torres albarranas semicirculares adosados a la misma.
A unos 30 kilómetros al sur nos encontramos con Valencia de Don Juan, una popular localidad de nombre evocador situada entre la vega del Esla y Los Oteros. Entre lo más destacado del pueblo está, sin duda, el Castillo de estilo gótico militar del siglo XV. Fue construido bajo el liderazgo de Juan de Portugal, que dio su nombre definitivo a la localidad leonesa. Además de su gran belleza, este castillo ha disparado su popularidad por haber servido de base a parte de los decorados de Los caballeros de la mesa cuadrada, una de las grandes películas de los Monty Python.
El Esla en Zamora
Pasamos a Zamora y nos encontramos con Castrogonzalo, otra localidad de historia milenaria gracias a su ubicación en una posición estratégica en una elevación sobre el Esla. De hecho, el río recibe en esta zona en su margen izquierda las aguas del Cea. Y un poco más al sur las aguas del Órbigo, el afluente más caudaloso del Esla.
Otro monumento de gran interés en el entorno del curso bajo del Esla es Santa María de la Moreruela, uno de los primeros monasterios cistercienses levantados en la península ibérica. El Císter es una orden que se originó en la antigua localidad romano Cistercium cerca de Dijon en Francia y que tuvo una gran repercusión en la Europa cristiana del Medievo, promoviendo el rigor ascético además de dar una gran importancia del trabajo manual.
Actualmente en ruinas, constituye una deliciosa visita para los amantes de la cultura y la arquitectura medieval al mostrar desnuda buena parte de la estructura de los edificios que conformaban el monasterio.
Y vamos finalizando nuestro viaje siguiendo el curso del Esla pasando por el Embalse de Ricobayo erigido en los años 30 del siglo pasado. Cerca de aquí se encuentra también San Pedro de la Nave, una de las muestras más importantes de arquitectura visigoda de la Península. Fue erigido en el siglo VII, décadas antes de la conquista musulmana. Como el embalse de Ricobayo lo hubiese sumergido en sus aguas, se trasladó piedra a piedra a su enclave actual en El Campillo.
Y unos kilómetros después, el Esla desemboca definitivamente en el Duero tras 285 kilómetros. En esta última parte, los arribes del Esla forman parte también del espectacular Parque Natural de los Arribes del Duero. Nos despedimos del Esla muy cerca de las Cascadas de Abelón, otro imperdible de la zona, mostrando nuestros respetos a uno de los ríos más importantes y desconocidos de la geografía peninsular.
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