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No son las más grandes ni las más altas, pero sí las más famosas. Las cataratas del Niágara son un símbolo del continente americano, un imán para el turismo y uno de los grandes espectáculos naturales de Estados Unidos y Canadá. Ubicadas en la frontera entre ambos países, en la zona de los Grandes Lagos, las cataratas del Niágara son una visita imprescindible para el viajero amante de los lugares con historia.

Las cataratas del Niágara, el trueno de agua

Niagara Falls

La tribu de los Onguiaahra procedente del suroeste de Ontario alcanzó la península del Niágara entre el 1300 y el 1400 d.C. Ellos fueron uno de los primeros grupos humanos en asombrarse de la belleza épica de las cataratas a las que terminaron dando nombre: el trueno de agua.

Poco después se establece en la zona un grupo iroqués de nativos americanos conocido como los Atiquandaronk, tribu que tuvo un importante papel con la llegada de los primeros exploradores franceses a la zona. Fueron apodados los “neutrales” por los europeos debido a sus acciones para mantener la paz entre dos naciones en guerra: los hurones y los iroqueses.

Existe cierta controversia sobre quién fue el primer europeo en visitar las cataratas del Niágara. El navegante francés Samuel de Champlain —fundador de la ciudad de Quebec y considerado padre de la Nueva Francia— habría llegada a la zona pero sin llegar a verlas. Según algunos historiadores sería el explorador Etienne Brule el primero que las habría visto, pero fue Louis Hennepin el que dejó constancia de ello a través de varias descripciones tras su viaje en 1677.

A partir del siglo XIX la historia de las cataratas cambia: pasa de ser un secreto espectáculo para unos elegidos a convertirse en uno de los primeros lugares turísticos del continente americano. Se construyeron puentes para atravesar el río Niágara, comienzan las tentativas para aprovechar la energía hidráulica de los saltos de agua y se inicia la preservación del área tras la compra de los terrenos cercanos por parte de Canadá y Estados Unidos.

Las cataratas del Niágara, un icono fronterizo

Cataratas del Niágara – Foto de Christian Rojo

Ubicadas a 30 kilómetros al norte de la ciudad de Buffalo, la segunda más grande del estado de Nueva York tras New York City, las cataratas del Niágara son un conjunto de tres cascadas con una caída de unos 50 metros: la catarata estadounidense, la canadiense y Velo de Novia, la más pequeña. Entre ellas, Goat Island, la islita que se ubica en el lado estadounidense.

Una de las muchas curiosidades que rodea este accidente geográfico es que ha terminado marcando la frontera entre los dos grandes países de esta zona de los Grandes Lagos: al oeste Canadá y al este Estados Unidos.

Formadas hace aproximadamente 12.000 años, por las cataratas del Niágara fluye el agua del Lago Erie, al sur, al Lago Ontario, al norte, a través del denominado río Niágara de poco más de 50 kilómetros de longitud. Se dice, en este sentido, que cuando este accidente geográfico se formó estaba más de 10 kilómetros río abajo: es la poderosa erosión que genera el agua en el terreno y que provocará que en unos miles de años las cataratas terminen devoradas por el Lago Erie.

Río Niágara – Foto de Christian Rojo

Pero, podemos estar tranquilos, todavía quedan unos 23.000 años para disfrutarlas. ¿Y cómo admirar este espectáculo de la naturaleza? La mayoría de visitantes prefieren irse al lado canadiense para observarlas. Las vistas son más directas y frontales: las mejores fotos las tendrás desde aquí. Así mismo, la oferta hotelera es mayor debido a que pueden ofrecer habitaciones con vistas más espectaculares.

Desde el lado americano también podremos disfrutar de las cataratas, pero, sobre todo, del entorno de las mismas. Niagara Falls State Park es uno de los primeros parques protegidos de la historia de Estados Unidos, cuyas autoridades tratan siempre con gran mimo, siendo uno de sus tesoros más envidiados. Este parque, que incluye la Isla Goat y su famosa Cueva de los Vientos, fue diseñado por Frederick Law Olmsted, famoso por su labor en Central Park. Los 24 kilómetros de senderos que discurren por la zona es otra atracción a tener muy en cuenta.

Las cataratas del Niágara
El lado canadiense ofrece numerosos atractivos turísticos como la noria o la Torre Skylon. Fuente: Unsplash

De cualquier forma, lo ideal si vamos bien de tiempo es visitar los dos lados de la frontera teniendo en cuenta, eso sí, que deberemos hacer trámites aduaneros para cruzar de un lado a otro. La forma más cómoda de cruzar la frontera es el Rainbow International Bridge, abierto en 1941, ubicado al norte de las cataratas.

Pero si lo que quieres es mojarte un poco y vivir las cataratas desde dentro, dos opciones: Journey Behind the Falls, un recorrido por la zona inferior de la catara Velo de Novia, y el Maid of the Mist, el barco turístico que lleva navegando por el río Niágara desde 1846 siendo la atracción turística más antigua de Norteamérica.

Las cataratas del Niágara
Las cataratas del Niágara con una kitsch iluminación nocturna. Fuente: Unsplash

Piratas caribeños, mitos del celuloide, superhéroes alérgicos a la kryptonita, magos con pelazo y sexagenarias lunáticas. No vamos a descubrir a estas alturas las habilidades que tienen los estadounidenses para popularizar sus iconos geográficos a través de su poderosísima industria del entretenimiento. Y las cataratas del Niágara no son una excepción.

En 1901, Annie Taylor, con sus 63 años, se convirtió en la primera persona en saltar desde las cataratas… dentro de un barril: un viaje de 20 minutos antes de ser rescatada sana y salva. Cuentan que la mayor parte del dinero obtenido por su temeraria hazaña lo usó pagando a detectives privados para localizar a su representante… que había huido con el barril.

50 años más tarde, Marilyn Monroe se acercó a las cataratas pero no para meterse en un barril, sino para protagonizar junto a Joseph Cotten la película Niágara de Henry Hathaway, director que aprovechó al máximo el poder hipnótico de las cataratas para aumentar la intriga de la historia.

En 1980, Superman sobrevoló Niágara en la segunda parte de la primera trilogía y diez años más tarde el mago David Copperfiled hizo uno de sus trucos más recordados encadenado a una balsa sobre las cataratas. Jack Sparrow, el pirata más famoso de los últimos tiempos, ha sido el último en acercarse a este espectacular enclave norteamericano en la tercera entrega de la saga Piratas del Caribe.